EL TOCO
En torno al pueblo giran, además del obrero pampino en sus
días libres, bebiendo, jugando en el garito y abrazando a una mujer; el
comercio de poca monta; los cateadores que pretenden descubrir algún rincón
todavía no explotado; los funcionarios menores del gobierno central; una
policía siempre insuficiente para el desborde que la bebida y el juego
provocaban; el amparo para aquellos que llegaban “enganchados” desde el centro
y sur del país y no encontraban trabajo y, amparo también para esos otros
pampinos que participaban en las primeras organizaciones de trabajadores y
habían sido despedidos sin más. El pueblo con sus calles de nombres que
recordaban efemérides de una nación chilena en formación, fue el refugio de
aquellos y aquellas que buscaban su lugar en la pampa salitrera de El Toco.
(Sobre el Habitar la Pampa del Toco 1890-1920)
Para
nosotros, los Caminantes del Desierto, institución – personas - que procuran
buscar y transmitir algo más, es decir: La historia – el pasado geológico – de
muchos de los lugares que visitamos, no solo el de la gente que ocupa o llegó a
ocupar dichos espacios que en más de las veces nos resultan lejanos y extremos,
de sus antiguos habitantes (complejos y/o culturas), la flora, la fauna y
muchos otros aspectos que llaman o pueden llamar la atención del visitante.
Una deuda con
el ayer
El día de
ayer, domingo 04 de febrero del año 2024, nos fuimos a conocer, recorrer,
admirar, y embebernos de historia por el antiguo Cantón Salitrero Toco o “El
Toco”, aquel cantón que nos resulta tan desconocido, inclusive para los
nortinos, y que se encuentra inmerso y disperso en la extensa Pampa Negra, muy
cercano al curso del río Loa (en su trayecto intermedio por el desierto).
Sus vestigios
aún nos resultan visibles desde la carretera, los trayectos que debemos hacer
nos pueden parecer interminables, especialmente por las altas temperaturas,
pero el estar ahí, en esta maravillosa aula de historia contemporánea, bien
vale la pena, tanto por el esfuerzo y por las vicisitudes.
Para muchos,
el tema del salitre guarda directa relación con algunos temas muy acotados,
ideas que se van reiterando de manera habitual – la explotación, las carencias,
la miseria - y que no permiten otros conceptos. Más, independiente de la gran riqueza
que brindó a los inversionistas y sus naciones, es decir, a los que pusieron
los capitales para la explotación de estas riquezas (en su gran mayoría
extranjeros) y todo lo que generó como impuestos a la economía nacional, estos
espacios se levantaron desde la nada, todo lo que vemos (en su gran mayoría) es
foráneo (salvo los muros) y todo se produjo en algún sitio lejano y se trajo
(ya sea en barco, en tren, a lomo de burro o de mula) para habilitar la
precaria ocupación humana del sector.
En visita al
Cantón Toco.
La historia
dice así:
La zona del Toco comenzó a ser ocupada, para la explotación
del salitre, a principios de la década de 1860, ya que es posible encontrar
inscripción de pertenencias en los años 1862 y 1863. Estas inscripciones vendrían
a demostrar que algún tipo de actividad de extracción o sondeo debe haber
existido para esa fecha. Fue así como el Gobierno peruano a través de Juan
Gilberto Meiggs logra hacerse de la mayor parte de los terrenos salitrales
entre los años 1876 y 1877, momento en que se menciona la existencia de
numerosos particulares teniendo propiedades en la zona.
En una segunda etapa, en que Chile toma posesión del
territorio del Toco, comienza a darse una ocupación más acelerada a través de
personas que reclaman territorios para sí, otros que buscan lugares que aún no
han sido inscritos y también el mismo Estado que se transforma en uno de los
propietarios y vigilantes más importantes de la zona. La presencia estatal se
relaciona –entre otros objetivos– con la necesidad de cuidar las pertenencias
que pasaron a manos chilenas para que no sean exploradas, cateadas y explotadas
por particulares que, para la década de 1890, ya conocían de la riqueza
salitral que éstos poseen. Durante esta etapa, se asientan oficinas como Buena
Esperanza, Iberia de Sáez o Santa Isabel, Peregrina, Santa Fe o Empresa por
nombrar algunas, las que progresivamente comenzarán a entrar en una producción
más formal según los datos que presenta mes a mes la Delegación Fiscal de
Salitreras para Tocopilla.
De ahí en adelante, la ocupación se irá dando a medida que
existan necesidades específicas por parte del Estado chileno, algunos
particulares que necesitan mantener presencia y actividad en la zona o bien,
por peritos judiciales que deben resolver alguno de los numerosos juicios
existentes en el Cantón. Esta trashumancia por el sector del Toco será una
constante desde 1890 en adelante según los oficios y decretos ministeriales de
la época, que ordenan mantener constante vigilancia en la zona, para lo cual se
asignan recursos humanos y económicos. Las oficinas por su parte, deben estar
constantemente realizando trabajos de exploración, de marcación y explotación
en los terrenos que tienen inscritos bajo su nombre y que muchas veces están
bastante alejados del perímetro formal de la oficina. Muestra de ello es el
plano elaborado por el Ministerio de Hacienda en 1896 con todos los detalles en
cuanto a pertenencias y deslindes existentes en El Toco.
Nuestro Viaje.
Partimos muy temprano desde la ciudad de Antofagasta con la
tarea y expectativa de llegar hasta el -para nosotros- gigante del desierto, es
decir al gran Tranque Sloman, estructura que se ubica en una parte específica
del Cañón del Río Loa. Este coloso del desierto da pie a un gran embalse, cuyas
instalaciones –aunque ya deterioradas, saqueadas, destruidas y vandalizadas -
nos permiten todavía visualizar el gran auge del salitre a fines de los 1800 y
principios del 1900, auge que permitió la construcción de esta importante
hidroeléctrica y de su homónima, algo más pequeña, el Tranque Santa Fe.
En sus remansos podemos encontrarnos con una variada
avifauna, muy propia de estos espacios, de igual manera, los bosquecillos de
Tamarugos y de algarrobos (en mayor número) nos invitan al descanso y a capear las
altas temperaturas que prevalecen por esta parte del desierto.
En el recorrido hicimos algunas paradas que consideramos
importantes, no todo fueron salitreras. Enumeramos a la Ex estación Toco (en
ruinas) un cementerio abandonado de alguna de las oficinas e hicimos mención a
la instalación de un pequeño asentamiento, que llegó a contar con cerca de
5.000 almas, que llevó el nombre de Toco. Por estos espacios, totalmente
independientes de la administración de oficina alguna, se instalaba el
comercio, los garitos, las cantinas y la población de paso. Hoy en día de este
lugar (Toco), que tuvo plaza y calles con nombre, no queda nada. El día que las
oficinas pararon, la gente desarmó sus ranchas y vendió palos y calaminas en el
lugar o simplemente se las llevaron. Pensar que no hay una sola fotografía (o
no hemos encontrado alguna) que nos muestre este poblado en su esplendor (que
sí lo tuvo) es algo triste, para quienes nos interesamos en nuestra historia.
Avanzando por el medio del desierto, las tortas – los ripios
– denotan la existencia de una faena salitrera y en cada una de aquellas
tortas, asoma un antiguo poblado salitrero ya en ruinas. De igual manera, cada
cierto trecho vamos agregando a la agenda de viaje nuevos derroteros, ya sean
ex estaciones de ferrocarriles, cementerios abandonados, estructuras solitarias
que deben haber cumplido una misión, especialmente los sectores de Bombas, en
donde se extraía el agua (del río) para los procesos industriales de cada una
de las oficinas.
Sigue la Historia:
Durante el desarrollo de la guerra del salitre (1879-1884)
muchas pertenencias salitreras cayeron en la figura del despueble, producto del
abandono de éstas ante el miedo y desabastecimiento que producía la guerra. A
pesar de ello, fue fundamental la mensura que se hubiese hecho con anterioridad
de los deslindes y las estacas inscritas. Luego de la guerra, el Estado chileno
progresivamente va instalando funcionarios y personal para el resguardo de la
zona salitrera del Toco, iniciando así un proceso de chilenización del
territorio. Aparecerán los servicios de vigilancia destinando guardianes y
serenos, para resguardar los terrenos que no eran de particulares y que, por
ende, pertenecían por derecho bélico al Estado chileno.
A partir de 1910 se hace cada vez más notoria la presencia y
preocupación del Estado, así en oficio dirigido al Ministro de Hacienda en el
mismo año, se explican los planes que se tienen por parte de éste para llevar a
cabo exploraciones generales en los terrenos salitrales. El escrito detalla
minuciosamente las formas de reconocimiento y cateos que se hicieron en la
“Pampa Salitrera Fiscal”. Este plan general consistía en: reconocer toda la
región que se tiene por salitrera, abriendo dieciséis catas en cada kilómetro
cuadrado de terreno que, por su ubicación, aspecto exterior y demás
circunstancias que enseña la experiencia, se presuma que pueden contener
caliche. La inspección (necesariamente previa de los lugares) llegaría hasta la
costa y hasta la región andina; pero no se establecerían trabajos de sondaje
sino donde se presentarán indicios, aunque fueran remotos, de poder encontrar
caliche (ARNAD Ministerio de Hacienda vol. 3826, 25/11/ 1910, pieza 1).
En Viaje:
Luego de recorrer el Tranque Sloman en su totalidad, con las
dependencias incluidas (lo que va quedando) y haciendo mención que dicho
recorrido es muy grato, pero muy peligroso especialmente por el estado de las
estructuras, nos devolvemos unos pocos kilómetros y nos internamos en dirección
al Tranque Santa Fe. Al llegar nos recibe una antigua arboleda de Algarrobos,
árboles que brindan sombra y brindan cobijo a una gran cantidad de lagartos del
género Microlophus (Corredor de Pica), nos dirigimos por una vereda del Loa al
antiguo tranque con sus dependencias incluidas. Lo que servía al
sapiens-sapiens e inclusive, lo que no le servía en su diario vivir, se lo
llevaron. A pesar de aquello, el lugar impresiona y nos hace pensar cuánto se
puede esforzar el humano y el capital por civilizar un espacio, por domar un
territorio agreste con tal de obtener sus riquezas.
Apenas un breve tiempo y volvemos al camino, vemos unos
geoglifos que sólo son visibles desde el camino secundario, pero bajarse en
aquel sitio, caminar la distancia para poder verlos es demasiado sacrificio ya
a esta hora de la tarde. Volvemos al Puente Teresa.
La Historia.
Nos dice el relato que, si abrimos este mismo espacio en
tiempos históricos, y nos adentramos en la pampa, apreciamos que más allá de
las oficinas salitreras, existe también un infinito que no es vacío. Aquella
continuidad no sólo está marcada por la presencia de una línea de 88 Km. de
extensión, inaugurada en 1890. Aquella era la línea del Ferrocarril
Tocopilla-Toco, que unía aquel puerto y el interior de la pampa. La empresa que
efectuó aquella obra fue la Compañía Anglo Chilean, propietaria de las
salitreras del Toco compuestas por las oficinas Gruta (o Grutas), Peregrina,
Santa Isabel, y campamentos Candelaria y Santa Ana. La extensión de la línea
fue, inicialmente, de 88 kilómetros, “de los cuales 27 van por los cerros y 61
por las pampas” (Espinoza 1903: 110). Desde 1890 el cantón El Toco, geográficamente,
comprendía el Llano de la Paciencia por el sur, la Pampa del Miraje al centro,
y la Pampa Negra por el norte, quedando limitado al oriente por el río Loa.
La zona de Pampa Negra “constituyó la parte más importante
del área, ya que incluyó las oficinas Iberia, Gruta, Prosperidad, Rica
Aventura, Buena Esperanza, Empresa y Toco […]” (Garcés 1999: 67). Aquella
región salitral estaba conformada por tres secciones: La primera, la de la
costa o sea las pampas colocadas en el faldeo del cordón de la costa; la
segunda, la del Loa, o sea, las salitreras situadas en el margen poniente de
ese río; y la tercera, comprende los terrenos ubicados al oriente de su curso
(Espinoza 1903: 10).
Las explotaciones se iniciarán de modo sistemático a partir
de 1890 y bajo la red de una serie de oficinas, la producción de salitre tendrá
como destino de embarque el puerto de Tocopilla.
Para la extracción y elaboración se emplearon un promedio de
800 trabajadores por oficina, lo que, sumado a sus familias y personal de la
administración en cada una de ellas, nos arroja un número cercano a las 10.000
personas en los años de mayor actividad viviendo en este cantón. En cuanto al
abastecimiento de la población, las fuentes indican que “las salitreras del
Toco eran abastecidas normalmente por el puerto de Tocopilla, pero las verduras
eran traídas desde los pueblos del interior como: Quillagua, Calama, Chiu-Chiu,
Huatacondo, Pica y Matilla” (Díaz 2005: 314).
Son las propias oficinas las que cuentan con una pulpería,
donde los pampinos se surtían de harina, porotos, papas, fideos, arroz, azúcar
granulada, cerveza, conservas, carne, carbón, té y café. Pero, el cantón El
Toco no era una red compuesta por oficinas salitreras, líneas de ferrocarril, y
caminos que permitían el tránsito. Estudios arqueológicos efectuados en la
pampa del Toco han propuesto, desde la arqueología histórica, la existencia de
una serie de asentamientos salitreros que, situados a una cierta distancia de
las oficinas, están relacionados con éstas de un modo directo y/o
complementario. Los autores comprometidos en esta propuesta han establecido la
existencia de fraguas, cocinas comedor-fragua y campamentos, entre otros,
emplazados fuera de las oficinas salitreras del cantón del Toco. Esos
emplazamientos de “extramuros” del Toco no sólo fueron definidos en razón de su
funcionalidad, sino que también en cuanto a su cualidad o no de transitoriedad
y precariedad. Las fraguas habrían sido emplazamientos vinculados a la
exploración de la pampa y a la reparación o mantención de las herramientas
asociadas a esa actividad. En los emplazamientos denominados como campamentos
se apreciaron distintas instalaciones asociadas, tales como fogones,
dormitorios, comedores, corrales para animales e instalaciones que habrían
funcionado como bodegas (Rees et. al. 2007).
Puente Teresa, ahí está.
Mientras el camino al Tranque Sloman y Tranque Santa Fe están
en excelente estado ya que fueron reparados hará muy poco tiempo atrás, parte
del Camino que nos lleva al puente Teresa ya tiene daños y no crean que se
trata por la gran cantidad de personas que transitan dicho camino, más bien,
este camino se bifurca. Un tramo nos lleva al puente y otro tramo, el de la
izquierda, nos lleva a un antiguo paso que cruza el río Loa, el Paso del Toco,
al que actualmente (en conciencia por decirlo) se le denomina el Paso del
Contrabando, especialmente de vehículos.
Al costado derecho del trayecto nos encontramos con los
vestigios, con los últimos restos de lo que fue la estación Teresa, estación
del ferrocarril que dio nombre al puente, cuyo ramal nos conduce a Pampa Joya.
La arboleda que se ubica a un costado de la imponente
estructura – en la altura – es maravillosa, refrescante y nos invita al
descanso. Tal vez, se trate de la antigua zona de recreación de Empleados y
administrativos de las ex oficinas salitreras, nombrado en el álbum de la zona
norte de principios de los 1900.
Dice la Historia:
Una primera aproximación a las singularidades de ese habitar
permite detectar que aquellos emplazamientos tienen una historicidad articulada
en torno al esfuerzo de hacer productiva la pampa. Es por ello que sugerimos
que aquellos emplazamientos cumplen con la metáfora épica del habitar un
espacio extremo.
Desde esta perspectiva, permite determinar que en la pampa de
El Toco se registraron dos momentos relativos a los trabajos de infraestructura,
asociados al esfuerzo de hacer producir la pampa.
El primer momento lo podemos inscribir entorno a la década de
1890, dónde se realizan los trabajos del Ferrocarril Toco-Tocopilla y la
captación de aguas del río Loa, cercano al pueblo del Toco y de las oficinas
Santa Isabel y Peregrina.
El segundo momento se puede inscribir en torno a la década de
1910, en la que se realizan las obras de construcción del Ferrocarril
Longitudinal Norte, la red telegráfica y de teléfonos, y el tranque Sloman.
Entre los territorios ocupados por las oficinas, y las
estaciones de ferrocarril, se formaron reducidos asentamientos cuya
funcionalidad estaba dada por un sinnúmero de tareas relacionadas con la
actividad de extracción y acarreo del nitrato. Hablamos de aquellas labores
asociadas con la actividad salitrera pero que se realizaba fuera de los
márgenes de las oficinas como tales.
Sabemos que dentro del ciclo salitrero surgen otros oficios
tales como; mantención de los caminos; mensura y cateo de terrenos salitrales;
instalación y construcción de una infraestructura que permitía transformar a la
pampa en productiva; ferrocarriles; tendido eléctrico y telegráfico; ductos
para el agua, etc. Todo el trabajo asociado, tanto a la construcción de esa
infraestructura como al mantenimiento de la misma y de las herramientas que en
ellas se utilizaban, nos explicaría la existencia de estos “otros” espacios.
EL PUEBLO PAMPINO
La región salitrera del Toco, al igual que sus vecinos
tarapaqueños, no escapó a la creación de poblados a pesar de la enconada
negativa de los salitreros para que éstos se formaran. Las razones del rechazo,
de acuerdo a las fuentes consultadas, se relaciona siempre con la convicción de
que en estos lugares el vicio, principalmente el alcohol y el juego,
transformaban al pampino en un trabajador descuidado, lento y, en no pocas
ocasiones, se vinculaba al pueblo con el lugar donde recibían la influencia
nefasta de los agitadores. Por su parte, los pequeños comerciantes, los
parlamentarios, los que buscaban trabajo y algunos funcionarios del gobierno
central, sostendrán una dura batalla para conseguir que este pueblo se
instalara, más aún, que se reconociese su existencia, toda vez que los datos
encontrados permiten afirmar que este pueblo ya existía antes de su creación
“oficial”.
Ahora bien, cuando se habla de la instalación de un pueblo
nos referimos, en un primer momento, a que simplemente algún representante de
los municipios o del gobierno autorizó a los particulares para ocupar
determinado número de metros de terreno. Cuando el salitre vino a menos, los
ocupantes desarmaron sus casas – todas de madera–, se llevaron los palos o los
vendieron en el mismo sitio.
Los pueblos desaparecieron como nacieron (Cobo 1971: 15). El
autor citado, refiere la creación “tipo” de los pueblos pampinos, algunas
calles polvorientas, casas de madera y calamina, por cierto, el infaltable
burdel y su cantina. Sin embargo, nos encontramos, en este caso, con una
situación bien diferente. La documentación demuestra que hubo una ocupación con
ciertos mínimos conceptos urbanísticos, es decir: plaza central, calles
delineadas y con nombres de próceres, ubicación de matadero, hospital y recinto
policial. Estamos pues en presencia de un pueblo pampino, con todo lo que se asocia
a este término, pero a la vez con una preocupación por la ocupación espacial
singular en la zona del salitre. Lo anterior, por cierto, no significó que éste
pudiese perdurar en el tiempo, al igual que los otros pueblos del salitre, una
vez producida la crisis del mismo, desaparecen dejando tenues huellas de su
existencia.
En la ruta:
El reloj nos indica que llegó la hora de volver y aún nos
resta por visitar el camposanto de Rica-Aventura. Vamos con la convicción que
encontraremos lo mismo que en todos los cementerios del desierto. Desolación,
saqueos y exhumaciones. Error. Hay saqueo, pero es mínimo. El cementerio es
hermoso a pesar de su precariedad. Las manos de mujeres anónimas se han
encargado de engalanar las tumbas y cruces con flores de hojalata y aún es
posible el advertir los nombres de muchos de lo que aquí yacen eternamente.
Muchos son niños y, sorpresa, encontramos a varios extranjeros. Las pestes no
respetaron edades ni tampoco nacionalidades.
Nos deben llamar desde el pórtico de entrada, es hora de
volver.
Nos faltó tanto por ver, recorrer y conocer.
Aún nos queda una respuesta por dar:
¿Cuándo paralizó este cantón?
Las oficinas no cerraron todas al unísono, algunas de ellas
(la gran mayoría) cerraron durante la crisis de los años ´30 manteniéndose unas
cuantas. Ha mediados de la década de 1950, especialmente Rica Aventura en 1956,
cerró definitivamente.
Las últimas salitreras apagaron sus hornos y la gente tuvo
que buscar su destino. Algunos bajaron a las grandes urbes, otros siguieron
laborando en las oficinas salitreras que aún permanecían activas en Pampa
Miraje y Llano de la Paciencia y otros volvieron a sus tierras de origen.
La historia del Cantón Toco llegó a su fin.
Anexo:
Las principales Oficinas de este Cantón fueron las siguientes
en distintas épocas y diversos propietarios:
Of. Bellavista, Of. Buena Esperanza, Of. California, Of.
Candelaria, Of. Casualidad, Of. Diana, Of. Duendes, Of. Emilia, Of. Empresa,
Of. Eufemia, Of. Eugenia, Of. Flor de Licancabúr, Of. Grutas, Of. Iberia de
Sáez, Of. Iberia, Of. Lealtad, Of. Leonor, Of. Peregrina, Of. Porvenir, Of.
Prosperidad, Of. Puntilla, Of. Rica Aventura, Of. San Andrés, Of. Santa Ana,
Of. Santa Fe, Of. Santa Isabel, Of. Virginia, entre otras.
Este cantón estuvo caracterizado técnicamente a través del
llamado Sistema Shanks, el cual vino a superar al llamado Sistema de Paradas.
El Sistema Shanks: surgió en la década de 1870. En ese
procedimiento, el caliche era triturado con máquinas chancadoras. Luego, pasaba
a los estanques de lixiviación, con aguas de altas temperaturas, con el fin de
obtener un salitre de mejor calidad y menos impurezas. Seguidamente, el
producto se colocaba en bateas por varios días para que se enfriara y se
cristalizara. Terminada la operación, se procedía al llenado de sacos y al
transporte a los puertos de embarque. Este procedimiento aumentó la producción
salitrera, aprovechó el nitrato de menor ley y redujo los costos de producción.
Para saber mucho más. Un excelente trabajo.
Sobre el habitar la Pampa del Toco (1890-1920)
file:///C:/Users/Usuariopb/Desktop/TOCO/337930338007.pdf
Tranque Sloman. El ocaso del Coloso.
https://caminantesdeldesierto.blogspot.com/p/el-tranque-sloman.html
El Tranque Olvidado. El Santa Fe.
https://caminantesdeldesierto.blogspot.com/p/el-tranque-olvidado.html
Muchas gracias por la completa información.
ResponderEliminarMi madre nos hablaba del Cantón Tocó y creo que mi abuela materna vivió en dicho Cantón
ResponderEliminarMi padre, en el año 1950
Trabajó en la Oficina Pedro de Valdivia.
Gracias por toda la información descrita,me encantó.