Todo aquello que consideramos hermoso y representa en parte a la vida
natural de Antofagasta, está condenado a desaparecer. Todo va por la ambición
de unos pocos y por la apatía de los demás. Nadie protege lo que no conoce.
El bien o mal llamado Humedal de Antofagasta o también
denominado Vega, es un espacio con bastante historia que se remonta a los
orígenes de Antofagasta y que sobrevive exclusivamente por la tozudez de la
naturaleza, puesto que si fuera por la acción del hombre ya hubiese desparecido
definitivamente. Este maravilloso y enigmático lugar, se encuentra ubicado a un
costado del camino que nos conduce a la ciudad de Calama, específicamente en el
km. 12 de la ruta Salar del Carmen. La gran mayoría de los oriundos de nuestra
región recuerdan el lugar con nostalgia, puesto que era considerado un sitio de
visita obligada durante los fines de semana por la gran cantidad de huertas que
surtían de verduras a la gente de nuestra ciudad, además, su vegetación única permitía
la sobrevida de varias especies consideradas extrañas para este desierto
(especies introducidas) nos referimos a sapos (Pleurodema thaul) peces
(Gambusia affinis) y tortugas terrestres probablemente la Chelonoidis chilensis,
en cuanto a la vegetación la historia no es distinta, decenas de especies
consideradas comunes en el centro de país, enraizaron en este espacio creciendo
entre las colas de zorro (Cortaderia atacamensis (Phil.) Pilg.) tan
características de las riveras del rio Loa.
Sapo de Cuatro Ojos
Galega officinalis
Queltehue (Vanellus chilensis)
Sobre su origen las opiniones son disímiles. Los más
entendidos en la materia nos refieren que en este lugar se depositaban las
aguas lluvia provenientes de los sectores altos (eventos muy alejados) y también
afloraban en algunos puntos las aguas que se encuentran en la depresión intermedia,
aguas freáticas profundas. Con el tiempo y la modernidad, se estableció en el
lugar una planta industrial de abatimiento de arsénico, planta que filtraba las
aguas provenientes del interior de la región y que eran usadas para el consumo
de los antofagastinos. El material filtrado era vertido en el terreno y
permitió que la vida natural se fijase de manera permanente y no sujeta a
eventos naturales.
En cuanto a la historia de este sitio no nos es posible fijar
fechas exactas de su ocupación y de los fines a los que se destinó, solo
podemos teorizar basados en los vestigios encontrados.
Primero, este lugar fue utilizado por la Compañía de Salitres
de Antofagasta como lugar de acopio y de descanso, estableciéndose en el lugar
una estación de ferrocarril de tránsito llamada Salar del Carmen, El caliche
proveniente del interior era acopiado en este sitio y luego se embarcaba con
rumbo a la planta de procesamiento que se encontraba ubicada en la misma
ciudad, con el tiempo se establecieron varias construcciones más, entre las que
destacan los grandes estanques de almacenamiento de agua, canchas de acopio de carbón
y los establos en donde se mantenían animales vivos para el sacrificio y el
consumo en las oficinas salitreras del cantón (inclusive de guanacos)
constatamos que también hubieron pequeñas fundiciones y aún quedan los vestigios
de la construcción de profundos pozos que nos hace suponer que la búsqueda del
agua - en sus profundidades - fue un tema relevante.
Un gran legado.
En este sitio se establecieron algunas empresas (en décadas
pasadas) que dejaron su bien conocida herencia de muerte. Una de estas empresas
mantenía sus acopios de ácido y azufre al aire libre y cuando se retiraron del
sector, no se llevaron o por último cubrieron estos, era el tiempo en donde no
existía conciencia ambiental (si es que la hay actualmente) el viento se
encargó de transportar estos contaminantes y aniquilar (esa es la palabra) a
los sapos y peces del lugar.
Para los inicios del nuevo milenio, se determinó que las
verduras del sector eran nocivas para la salud por el alto contenido de
arsénico, puesto que eran regadas con las aguas tratadas y el lugar poco a poco
se fue despoblando y llegaron los actuales vecinos, especialmente empresas,
cuyos dueños no han visto con muy buena cara la existencia de este pulmón
verde, puesto que resulta ser un lugar económicamente atractivo siempre y
cuando salga la vegetación. He ahí que hemos visto cómo constantemente se mueve
la línea límite, se depositan materiales nocivos, se vierten aguas
contaminadas, etc. La idea final es eliminar todo vestigio de vida y dar el
paso a lo económicamente rentable.
Han de saber que, de acuerdo con lo establecido en las normas
internacionales, si reconocemos a este espacio como un Humedal, la obligación
es proteger, pero son muy inteligentes y le llaman simplemente Vega.
Zorro entre Colas de zorro (Cortaderia atacamensis)
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