ANTECEDENTES HISTÓRICOS SOBRE LOS CHANGOS:
1. El término "chango" aparece documentado por primera
vez a mediados del siglo XVII para denominar a toda la población que ocupaba el
litoral costero entre Copiapó y Coquimbo. Con el paso del tiempo, el apelativo
se amplió también a los pueblos pescadores que habitaban más al norte hasta el
sur del Perú, conocidos hasta entonces como camanchacas, proanches o uros,
todas denominaciones que parecían hacer referencia a un grupo étnico en
particular de pueblos pescadores.
Cuadro explicativo presente en el Museo Regional de Antofagasta
2. El pueblo de los Changos fue pescador y nómada. Se
dedicaban a la extracción de moluscos y peces y, a la cacería de lobos marinos.
Sus herramientas eran arpones y anzuelos. Utilizaban balsas, confeccionadas con
el cuero de los lobos marinos y cocidos con fibras vegetales. La singular
estructura de los botes consistía en dos odres de forma cilíndrica inflados y
unidos entre si por medio de sogas. Al centro dejaban un espacio que les
permitía poner una tabla sobre la que iban los Chonos de rodillas. Este pueblo
nómade fabricaba sus casas con la misma piel de lobo que sus barcazas, siendo
exclusivamente un toldo o carpa de cuero que armaban y desarmaban cuando
consideraban que debían dejar el lugar donde estaban.
3. A la llegada de los españoles, en 1536, un grupo de
Changos habitaba en la costa de Valparaíso. Más al norte los conquistadores
conocieron a Carande (cara grande), jefe de la tribu de Changos que habitaba
esa zona costera, rebautizándolo como Papudo. Aquel poblado es conocido hasta
el día de hoy con ese nombre, avistado por primera vez por las fuerzas
marítimas que prestaban apoyo a Diego de Almagro en 1536.
4. La investigación etnohistórica y arqueológica revela la
presencia en el litoral de agrupaciones étnicas conocidas en Chile como
Changos, coetáneos al período de la cultura Diaguita. Los Changos fueron
descritos, por diversos viajeros durante los siglos XVIII y XIX; pero poco
sabemos de su origen, lengua y organización social. Tal presencia changa es con
asiduidad descubierta con el alumbramiento de yacimientos líticos, piedras
horadadas y cementerios que se han encontrado en Tongoy, Guanaqueros y Puerto
Aldea.
Recreación
5. Desde los inicios de la presencia colonial, diversos
autores se refirieron a los habitantes de Cobija denotando Ia riqueza de los
recursos marinos de esta ensenada. En términos generales, los pescadores que
vivían a lo largo de Ia costa del norte grande de Chile llamaron Ia atención de
los europeos fundamentalmente en tres aspectos: su condición de vida; su
movilidad y el aprovechamiento integral del lobo marino, para Ia construcción
de balsas, viviendas, vestimenta, recipientes, cordelería y alimentos. Estas
poblaciones habían logrado una buena adaptación a este ambiente que incluía el
mar, roqueríos, playas e Islas y Ia zona de la Cordillera de la Costa que les
proporcionaba otro tipo de recursos, vegetales y animales, coma el guanaco.
Además, pudieron disponer de ciertos excedentes - productos del mar secos y/o
salados, conchal y guano - susceptibles
de intercambiarse con recursos y bienes de tierras altas.
6. Durante el siglo XVI, la población indígena presente en
Cobija fue denominada bajo los siguientes términos: Camanchacas, urus, pro -
anches y changos. La única referencia de uros en Cobija, esta señalada por
Pedro Sande en 1561. "En ensenada
de Atacama, ques donde está el puerto hay cuatrocientos indios pescadores uros,
que no son bautizados ni reducidos ni sirven a nadie, aunque los caciques de
Atacama dan pescado en señal de reconocimiento. Es gente muy bruta, no siembran
ni cojen y susténtanse de solo pescado".
7. En cuanto al término Camanchaca, una de las primeras
menciones parece ser la de Francis Drake en 1578, al referirse a los habitantes
de la costa al norte de Copiapó. Mucha más específica es la Información de Juan
de Segura en 1591, aludiendo a camanchacas de Cobija. Esta denominación siguió
en uso hasta mediados del siglo XVII, para nombrar Ia población de este lugar. Quizá
si el único relato temprano que intenta caracterizar físicamente a los
camanchaca, situándolos en el primer repartimiento de Chile, Copiapó y que de
paso, refiere alguna de sus costumbres, es el de Lizárraga, a fines del siglo
XVI: en este trecho de tierra hay algunas caletillas con poca agua salobre,
donde se han recogido y huido algunos indios pescadores, pobres y casi
desnudos; los vestidos son de pieles de lobos marinos y en muchas partes de
esta costa beben sangre de estos lobos a falta de agua; no alcanzan un grano de
maíz y no lo tienen; su comida solo es pescado y marisco. Llaman a estos indios
camanchacas, porque los rostros y cueros de sus cuerpos se les han vuelto como
una costra colorada, durísimo; dicen les proviene de la sangre que beben de los
lobos marinos, y por ese color son conocidísimos. Por su parte Bittmann sugiere
que es probable que los pescadores del norte de Chile en la época colonial
temprana hayan comprendido diferentes etnias cuya área de distribución en
algunos casos o, por lo menos, en el de los "camanchacas",
comprendiera hasta el litoral del sur del Perú. Estas etnias incluirán a
camanchacas, pro-anches y changos, ya que ellos aparecen diferenciados en
distintas fuentes; "pro-anches" y "camanchacas" registrados
en los libros parroquiales de Cobija y la presencia de "camanchacas
diferenciados sobre la base de un criterio lingüístico en Chulin, Perú.
Imagen presente en el Museo Regional de Antofagasta
La visita a este Museo es gratuita.
8. Esta misma investigadora consigna un dato aislado y
novedoso al mismo tiempo, respecto de los "camanchaca", apelativo
dado a ciertos indígenas de la costa meridional del Perú de acuerdo a un
documento de la Colección "Egerton 1816" (Museo Británico, Londres,
fol.223) que contiene datos acerca de un relato proporcionado al Capitán
Francisco de Cadres, por un indio nombrado Chepo, de 115 o 120 arios de edad,
en el que narra viajes marítimos realizados por los indígenas desde los puertos
de Anca e Ilo, respectivamente. Según la declaración de Chepo, llegaron después
de dos meses de viaje a una isla desértica llamada Coatu y, posteriormente, a
dos islas llamadas, la una Qüen, la otra Acabana. Estas islas eran gobernadas
por jefes; allí había llamas y venados y los habitantes vestían ropas de algodón
y lana. En dichas islas adoraban a un ídolo de oro al que le hacían ofrendas de
este mismo metal, piedras azules, rojas y blancas y finos textiles de lana y
algodón de todos los colores. Consultado sobre el idioma de los moradores de
estas islas, Chepo contesto que “entendían la lengua de D. Sebastián
Camanchac". Señaló, además, que los indígenas habían realizado dichos
viajes en balsas de madera. Aunque tan sólo se refiere a un caso, la nota es de
interés, ya que indica que don Sebastián Camanchac y presumiblemente los demás
"camanchacas " que estaban en el sur del Perú eran considerados
"forasteros*" o, por lo menos, se distinguían como grupo lingüístico
de los demás indios de aquella parte del litoral. Bittmann no conoce la fecha
del documento citado, pero supone -creemos que acertadamente - que dataría del
siglo XVI, siglo de documentadas exploraciones de sajones a las costas del
Pacífico sur.
9. De naturaleza diferente y aunque brevísima, la Información
que ofrece Santa Cruz Pachakuti es tremendamente significativa, cuando
cualifica a los camanchacas pescadores de Atacama como "grandes
hechiceros". Los ibéricos, no sólo estigmatizaron a los indios cazadores
recolectores considerándolos "salvajes", sino también quisieron hacer
notar que a ello se sumaba el ser "idólatras".
10, María Rostworowski ha observado una relación longitudinal
entre valles de la costa sur andina, que Galdós ha constatado entre los puertos
prehispánicos de Arica, Ite, Ilo y Chule, a cuya población los cronistas y
visitadores llaman "yungas pescadores" y que serían los camanchacas
mencionados por Lizárraga, quienes, como etnia, figuran en documentación del
siglo XVII (1639) en el Archivo Departamental de Arequipa.
11. Es también a mediados del siglo XVII que se utiliza el
término de pro- anches para población del sector de la costa aledaña de Morro
Moreno y de Caldera, más al sur. Este apelativo sólo aparece en esta centuria e
identifica a los pro-anches como originarios de Copiapó y Morro Moreno, aunque
inscritos en partidas de bautismo y matrimonio de Cobija. En esta misma época,
se empieza a usar la denominación de changos que a partir de 1665 es la única
que permanece vigente hasta el siglo XIX, para identificar a las poblaciones de
Cobija y de Copiapó. Para Bittmann "Changos" o “chiangos"
también es un nombre utilizado para designar desde por lo menos mediados del
siglo XVII, a grupos de pescadores recolectores y cazadores costeros,
habitantes de la franja del Pacífico entre aproximadamente los 17 º grados Lat.
S. (sur del Perú) y los 30 º grados Lat. S. (Tongoy en la costa chilena).
Casassas especula que el término pro-anche es una deformación del vocablo
quechua purum -auca o poro - auca y que podría haberse aplicado a camanchacas
no sometidos; la argumentación es débil, aunque sugerente.
12. En el Libro de Varias Ojas de la Parroquia de Chiu-Chiu,
aparecen nombres propios de los proanches, que no se repiten para otras
poblaciones y que desaparecen de los registros parroquiales a partir del siglo
XVIII. Según Bittmann los apelativos Alaguana Jaguaña, Chacaguaina, Anchuño;
Calpiche (Chalpiche), Cancota, Coimas, Cherepe, Chamalco, Chiquin, Lacmor,
Laicor, Maqueta, Quilama, Sacaya (Sajaya, Sacalla), son nombres que con la
excepción de "Cacaia" y "jaguaña", eran propios de la
población del litoral designada "pro-anche " en el sentido de que
estos nominativos no aparecen en las inscripciones referentes a personas del
interior de la región atacameña, ni se encuentran asociados a los demás
pobladores de la costa.
Vestigios de la presencia de antiguas culturas en la costa antofagastina
Vestigios de proyectiles en las quebradas antofagastinas
13. Se señalan además matrimonios entre pro - anches y
camanchacas, lo que al menos, implica su coexistencia y diferenciación. La
mayoría de las menciones a pro -anches en el LVO, se centran entre los años
1646 y 1662 y generalmente se denota que proceden de la jurisdicción de Chile y
más específicamente de Morro Moreno y Copiapó.
14. Por lo señalado, una primera aproximación, podría hacer
pensar que se trata de grupos étnicos distintos; no obstantes, la complejidad
que encierran alguno de estos vocablos - como el de Uro, por ejemplo- y la poca
precisión de las fuentes obligan a una saludable cautela. Estamos frente a
conceptos que pueden comprender actividades diferentes, procedencias u
orígenes, niveles sociales, entre otras posibilidades. En este sentido es
sugerente la observación de Bibar en 1558 que señala que; los que matan lobos
no matan otros peces como habernos dicho y los que matan toninas es en
ejercicio. Así que cada género de pescador mata el género de pescado a que se
aficiona y no otro.
15. Aunque la observación es general para la costa
comprendida entre Arica y Coquimbo, sabemos que las denominaciones de
camanchacas y changos fueron usadas con la misma extensión. Por otra parte, el
término uro, tiene una serie de connotaciones, entre otras, de personas que no
se dedican a la agricultura, sino más bien a la recolección, la pesca, la caza
y eventualmente el pastoreo y por añadidura son percibidos como
"pobres".
16. Bien podría tratarse, de que estas denominaciones no designen
etnias distintas, sino grupos con actividades económicas especializadas y de
otro lado, similares, como en este caso las propias de una economía marítima.
John Murra señaló hace 40 años, que se necesitaba más investigación para determinar
hasta qué punto “uru” se refería a un grupo étnico o a un estrato ocupacional
bajo o más probablemente a ambos. A pesar de las nuevas investigaciones sobre
este grupo, todavía el problema no está resuelto. Hacemos notar que
prácticamente en todas las descripciones sobre los uru, está siempre presente
la idea de lo no domesticado en toda su extensión.
17. Según Espinoza Soriano, la documentación del siglo XVI y
primera parte del XVII, demostraría que la lengua puquina se extendía por el
altiplano peruano-boliviano, más al sur del departamento del Cuzco, Arequipa.
Moquegua y el Norte de Tarapacá incluyendo a Atacama. La tesis de que la lengua
de los uros era el puquina es una proposición bien documentada, pero aún
parcial.
18. En cuanto a la lengua o las lenguas que se hablaban en
Cobija, documentos del siglo XVII son claros en denotar que "hablan
diferente lengua y tan rudas que no hay, quien los entienda, si bien hablan la
española'', A mediados de este siglo. relatando su experiencia evangelizadora,
el cura de Atacama, escribe que desarrolla sus prédicas en Cobija "en la
lengua materna de los indios camanchacas" a quienes alude como "los
del mar que son camanchacas Pescadores y de diferente nación que estos atacamas"
(...) enseñando e industriando a los indios de este su beneficio de atacama la
baja y camanchas y changos habitadores en estos puertos de mar por que más de
veinte y un años que aquí les administra.
19. Desde luego, el párrafo es muy sugerente. No sólo usa el
término camanchacas sino también changos, distingo que también es claro en otro
documento de la época. En lo que concierne al área de distribución de los
changos. existe una referencia a los indios camanchacas y changos, pescadores y
no pescadores, que de mi encomienda estuvieron en Cobija y costa de Atacama...".
Dichos indígenas habían huido de su encomendero de acuerdo a un documento
otorgado en la ciudad de La Serena en 1659 y que se refiere a la encomienda de
Fernando de Aguirre Riberos. Pero, en opinión de María Rostworowski, el nombre
camanchacas, prácticamente es sinónimo de pescadores y recurre a Cuneo Vidal
que señala que camanchaco, camachango o chango eran voces para designar a los
mismos grupos de pescadores; la palabra chango habría derivado de las primeras,
aseveración esta última que nos parece acertada y que podemos refrendar,
teniendo en consideración el documento que hemos citado en líneas precedentes.
20. Concordando con Murra, Martínez sugiere la posibilidad de
que los conceptos con los que se identifican a los grupos costeros podrían
estar encubriendo categorías sociales, religiosas o especializaciones
productivas y no necesariamente identidades étnicas distintas.
Pinturas de Quebrada el Médano.
21. Otro problema que no escapa a los investigadores y que
está presente a partir de los documentos del siglo XVI, es la aparente relación
de subordinación que tienen los pescadores frente a los señores de Atacama y
que ya Pedro Sande notara cuando relataba que los indios "pescadores tiros
"(…) á los caciques de Atacama dan pescado en señal de
reconocimiento". En este contexto recordemos que Polo de Ondegardo en
1571, señalaba las dificultades que surgían en el Collao, al tratar de
encomendar los indios de los valles costeros, porque pertenecía a cabeceras que
estaban en la altiplanicie.
22. Sin duda que la problemática reseñada respecto de los
grupos indígenas asentados en la costa nos deja muchas más preguntas que
respuestas. Hablar aquí de una identidad cultural sólo nos puede remitir por el
momento, a la configuración común del compartir prácticas en torno a ciertas
actividades económicas relacionadas fundamentalmente con los recursos marinos y retazos de una historia precolombina aún no bien delineada.
23. La gente que a principios del siglo XX es reconocida como
chango, pertenece a un conjunto de familias de pescadores que habitan el
litoral chileno, en asentamientos precarios y transitorios, de acuerdo con la
percepción de Latcham, quien relata que construyen sus casas con lo que
encuentran en las caletas: Aun hoy en día, en los lugares más apartadas, hacen
la misma cosa, usando además cuando los pueden conseguir, hojas de lata sacadas
de los tarros parafineros; sacos viejos, lonas, etc. Cuando la vecindad de
algún puerto lo permite, a veces procuran algunas planchas de fierro
galvanizado, o tablas, por la mayor parte sacadas de los cajones usados para la
transportación de mercaderías. El ajuar de estos ranchitos es de lo más escaso
primitivo. Duermen en cueros tendidos en el suelo, no usan almohadas, o cuando
más un trozo de madera. Sus ollas son de barro, de fabricación tosca, pero de
varias formas. Una concha de mejillón les sirve de cuchara, i a veces también
de cuchillo. Unos sacos de cuero, colgados de los postes de los ranchos sirven
para guardar su comida.
24. Hoy no existen descendientes reconocidos de los grupos
changos, dado el profundo mestizaje que ha ocurrido en los últimos siglos. No
obstante, su modo de vida sigue siendo practicado por pescadores, algueros y
orilleros desde Chañaral a Cobija, quienes mantienen mucho de la tecnología, la
economía y el patrón de asentamiento de estas antiguas poblaciones del desierto
costero.
EXTRAÍDO DE PROYECTO DE LEY.
MODIFICA EL ARTÍCULO 10 DE LA LEY 19.253, RECONOCIENDO LA EXISTENCIA DE LOS CHANGOS COMO PUEBLO INDÍGENA DE CHILE Y LA CALIDAD DE INDÍGENAS DE SUS INTEGRANTES.
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